Cómo mantener una microbiota saludable con la vuelta al cole
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¿Tu hijo ronca por las noches, respira con la boca abierta o tiene infecciones de oído frecuentes? Estos pueden ser signos de que las vegetaciones adenoideas, también conocidas simplemente como adenoides, están más grandes de lo normal. Aunque muchos padres han oído hablar de ellas, no siempre es fácil entender qué son, dónde están o por qué pueden dar tantos problemas.
En este post te explicamos de forma sencilla qué son las vegetaciones, cuáles son sus síntomas más comunes y cuándo conviene consultar con el pediatra.
Las adenoides son un tejido linfoide, es decir, una parte del sistema inmunológico del cuerpo. Están situadas en la parte alta de la garganta, justo detrás de la nariz, en una zona que no se ve desde el exterior ni con un simple vistazo en la boca. Su función es ayudar a atrapar y combatir virus y bacterias que entran por la nariz y la boca, sobre todo durante los primeros años de vida.
Es normal que todos los niños tengan adenoides, pero en algunos casos estas crecen más de lo habitual y se inflaman, dificultando la respiración o provocando otros síntomas molestos.
Las adenoides pueden crecer de forma temporal cuando hay una infección (como un resfriado), pero en algunos niños se agrandan de forma persistente, incluso aunque no haya infección activa. Este aumento de tamaño puede deberse a:
Infecciones respiratorias frecuentes.
Alergias
Factores genéticos
Inflamación crónica
En muchos casos, con el paso del tiempo, las adenoides se reducen de forma natural. De hecho, suelen empezar a encogerse hacia los 7 u 8 años y en la adolescencia pueden haber desaparecido casi por completo. Sin embargo, en algunos niños, el tamaño o inflamación de las adenoides causa molestias importantes y hay que valorar un tratamiento.
Las vegetaciones agrandadas pueden obstruir parcial o totalmente el paso del aire por la nariz, lo que obliga al niño a respirar por la boca y altera su descanso. Algunos de los síntomas más comunes son:
El niño respira por la boca tanto de día como de noche. Puede tener la boca abierta incluso cuando no está haciendo ningún esfuerzo.
El ronquido nocturno es uno de los síntomas más llamativos. Algunos niños tienen un sueño muy inquieto, se mueven mucho en la cama, se despiertan varias veces o incluso hacen pausas de respiración (apneas del sueño).
Las adenoides están cerca de las trompas de Eustaquio, unos conductos que comunican el oído medio con la parte posterior de la nariz. Si las adenoides están muy inflamadas, pueden bloquear estas trompas y favorecer la acumulación de moco, causando otitis de repetición o pérdida de audición transitoria.
Cuando hay obstrucción nasal, el niño puede hablar como si estuviera resfriado todo el tiempo, con una voz "nasal" característica.
Es común que los niños con vegetaciones grandes tengan moco espeso casi continuo, a veces acompañado de tos crónica, sobre todo por las noches o al despertarse.
Cuando hay obstrucción nasal, el niño puede hablar como si estuviera resfriado todo el tiempo, con una voz "nasal" característica.
El pediatra puede sospechar de adenoides agrandadas a partir de los síntomas y la exploración. Para confirmarlo, a veces se solicita:
Una radiografía lateral del cuello
Una nasofibroscopia (una pequeña cámara que permite ver las adenoides)
Una evaluación auditiva, si hay sospecha de pérdida de audición
Consulta si notas que tu hijo:
Ronca todas las noches y parece no descansar bien
Respira siempre por la boca
Tiene otitis frecuentes o pérdida de audición
Habla con voz nasal constantemente
Tiene mocos persistentes que no mejoran
Las adenoides son parte del sistema defensivo de los niños, pero cuando se agrandan demasiado pueden generar síntomas molestos y afectar su bienestar. Estar atentos a los signos y acudir al pediatra en caso de duda es fundamental para cuidar su salud.
Referencias:
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