El papel del hierro en el desarrollo cognitivo de los niños
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Las vacaciones son un momento muy esperado por toda la familia. Después de meses de rutinas, horarios y obligaciones, llega el tiempo para disfrutar, desconectar y hacer planes especiales. Sin embargo, esta época también trae consigo muchos cambios en el día a día de los niños: viajes, comidas fuera de casa, menos horas de sueño y, en ocasiones, episodios digestivos como estreñimiento o diarrea. Uno de los aspectos de la salud que más puede verse afectado por estos cambios es la microbiota intestinal.
La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos (principalmente bacterias) que viven en nuestro intestino y que tienen un papel fundamental en la salud. En los niños, una microbiota equilibrada contribuye a:
Una correcta digestión y absorción de nutrientes.
La protección frente a patógenos.
El desarrollo adecuado del sistema inmunológico.
La producción de vitaminas y otras sustancias beneficiosas.
Los primeros años de vida son clave para establecer una microbiota saludable. Por eso, es importante cuidarla especialmente durante los periodos en los que puede alterarse, como las vacaciones.
Durante las vacaciones los niños están expuestos a varios factores que pueden modificar el equilibrio de su microbiota:
Las comidas fuera de casa suelen implicar una menor ingesta de frutas, verduras y fibra, y un aumento de productos ultraprocesados, azucarados y con grasas poco saludables.
Con el calor y el aumento de la actividad física, muchos niños beben menos agua de la que necesitan, lo que puede alterar el tránsito intestinal.
Dormir a otras horas, saltarse comidas o cambiar de entorno (como durante un viaje) puede impactar directamente en la función intestinal.
En algunos casos, durante el verano los niños pueden necesitar antibióticos o medicamentos para tratar infecciones o diarreas, lo que también altera la flora intestinal.
Este tipo de diarrea es frecuente en niños que viajan a zonas con diferente higiene o flora bacteriana. Aunque suele ser leve, puede provocar un desequilibrio en la microbiota.
No se trata de evitar los cambios que trae el verano, sino de aprender a proteger la salud digestiva de los niños a través de pequeños gestos:
Aunque se coma más fuera de casa, intenta que la dieta incluya frutas frescas, verduras, legumbres y cereales integrales. Estos alimentos son ricos en fibra, el “alimento” principal de las bacterias beneficiosas del intestino. Los tentempiés pueden ser más saludables si se opta por fruta, yogur natural sin azúcar o frutos secos (en mayores de 5 años).
El yogur natural o el kéfir contienen probióticos naturales que ayudan a mantener el equilibrio de la microbiota. No es necesario incluirlos cada día, pero sí es buena idea tenerlos presentes varias veces por semana.
El agua es clave para el correcto funcionamiento intestinal. Asegúrate de que los niños beban agua con frecuencia, especialmente si hace calor o están muy activos. Una buena hidratación previene el estreñimiento, uno de los problemas más frecuentes en los viajes.
Aunque el verano es sinónimo de flexibilidad, mantener horarios aproximados para las comidas y el descanso puede beneficiar el ritmo intestinal. Además, dormir bien también ayuda a reforzar el sistema inmunológico y a prevenir infecciones.
Los helados, chuches y bollería industrial son frecuentes en esta época. No es necesario prohibirlos, pero sí limitar su consumo. Un exceso de azúcares y aditivos puede favorecer la proliferación de bacterias intestinales poco beneficiosas.
Los probióticos pueden ser de gran ayuda en momentos clave para proteger la microbiota, como:
Antes o durante un viaje a una zona con mayor riesgo de diarrea del viajero.
Tras episodios de gastroenteritis.
El desarrollo adecuado del sistema inmunológico.
Después de un tratamiento antibiótico.
Uno de los probióticos más estudiados en edad pediátrica es el Lactobacillus rhamnosus GG (LGG), que tiene el mayor grado de evidencia para ayudar a tratar/prevenir la gastroenteritis aguda y la prevención de la diarrea asociada a antibióticos, además facilita la recuperación de la flora intestinal. Consulta siempre con tu pediatra si estás pensando en administrarlo, ya que te podrá indicar la mejor opción y pauta para tu hijo.
Cuidar la microbiota durante las vacaciones no significa renunciar a los planes ni seguir una dieta estricta. Basta con mantener hábitos equilibrados, fomentar una alimentación variada y prestar atención al descanso y la hidratación.
Una microbiota sana en los niños no solo mejora su digestión, sino que fortalece sus defensas y su bienestar general. Así, pueden disfrutar del verano con más energía… ¡y menos molestias digestivas!
Referencias:
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