Cómo cuidar la microbiota durante las vacaciones en niños
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Cuando hablamos del crecimiento de un niño, solemos pensar en su altura, peso o apetito. Pero hay un aspecto igual de importante y, a veces, menos visible: el desarrollo de su cerebro. En los primeros años de vida, el sistema nervioso crece a un ritmo vertiginoso, y ciertos nutrientes son fundamentales para que este proceso se dé de forma adecuada. Uno de los más esenciales es el hierro.
El hierro es un mineral indispensable para muchas funciones del organismo, entre ellas:
La producción de hemoglobina, que transporta oxígeno a las células.
La formación de neurotransmisores, como la dopamina o la serotonina.
El desarrollo y mantenimiento de estructuras cerebrales.
En la infancia, estas funciones se vuelven aún más cruciales. El cerebro de un niño se encuentra en pleno desarrollo y necesita un aporte constante de oxígeno y nutrientes. Si hay déficit de hierro, este equilibrio se rompe, y pueden aparecer alteraciones en la atención, el aprendizaje, la memoria e incluso en la conducta.
Diversos estudios han demostrado que los niños con ferropenia (déficit de hierro) o anemia ferropénica presentan un mayor riesgo de presentar dificultades cognitivas y de desarrollo:
Retrasos en el lenguaje y la adquisición del habla.
Bajo rendimiento escolar.
Problemas de concentración.
Fatiga mental.
Mayor irritabilidad o apatía.
Además, se ha visto que estas consecuencias pueden persistir incluso después de corregir los niveles de hierro si el déficit se ha producido en una etapa crítica del desarrollo (por ejemplo, en los dos primeros años de vida). Por eso, la prevención es clave.
Durante el embarazo, el bebé recibe el hierro a través de la placenta. Después del nacimiento, las reservas duran aproximadamente entre 4 y 6 meses. A partir de ese momento, los requerimientos aumentan, y el hierro debe venir sobre todo de la alimentación.
En esta etapa, si no se introduce hierro en cantidades adecuadas (especialmente en bebés alimentados exclusivamente con leche materna, que contiene poco hierro), existe riesgo de déficit. Por eso, la alimentación complementaria rica en hierro es tan importante.
Los primeros alimentos sólidos deben incluir opciones con alto contenido en hierro:
Carne roja, pollo, pavo, hígado.
Legumbres (lentejas, garbanzos).
Pescado.
Huevos.
Cereales infantiles enriquecidos en hierro.
La vitamina C mejora la absorción del hierro no hemo (el de origen vegetal). Por eso, es ideal combinar alimentos ricos en hierro con:
Frutas como kiwi, fresa, naranja o mandarina.
Tomate, pimientos o brócoli.
Los lácteos (ricos en calcio) pueden competir con el hierro. Es mejor ofrecerlos en comidas separadas.
El té y el café contienen taninos que reducen su absorción (aunque no son habituales en la dieta infantil).
Un exceso de fibra también puede interferir si no hay variedad alimentaria.
Aunque a veces no hay síntomas evidentes, algunos signos que pueden hacer sospechar un déficit de hierro son:
Palidez o aspecto cansado.
Uñas frágiles o cabello más débil.
Pérdida de apetito o de peso.
Irritabilidad o dificultad para dormir.
Bajo rendimiento escolar.
Ante la duda, el pediatra puede solicitar un análisis de sangre para valorar los niveles de hemoglobina y ferritina.
El tratamiento dependerá de la causa y el grado del déficit. Puede incluir:
Cambios en la alimentación.
Suplementos orales de hierro (siempre bajo indicación médica)
Seguimiento periódico hasta normalizar los niveles.
Es importante recordar que el hierro no debe suplementarse sin control médico, ya que en exceso también puede ser perjudicial.
El hierro es mucho más que un mineral que previene la anemia. En la infancia, juega un papel crucial en el desarrollo del cerebro, la memoria, la atención y el aprendizaje. Asegurar una dieta rica en hierro desde el inicio de la alimentación complementaria, prestar atención a los posibles signos de déficit y consultar con el pediatra en caso de duda son pasos fundamentales para cuidar el desarrollo cognitivo de nuestros hijos.
Una nutrición equilibrada hoy es una inversión en su salud y capacidades de mañana.
Referencias:
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