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La aparición de fiebre y erupciones cutáneas en los niños suele generar alarma en las familias. Ante este cuadro, muchas veces surge la duda: ¿se trata de varicela o de sarampión? Aunque ambas enfermedades comparten algunos síntomas y afectan principalmente a la infancia, tienen orígenes distintos, características propias y requieren un abordaje diferente.
A continuación, explicamos en qué se diferencian la varicela y el sarampión, cómo reconocerlas y por qué es importante actuar a tiempo, especialmente ante el reciente aumento de casos de sarampión a nivel global.
La varicela es una enfermedad vírica causada por el virus varicela-zóster. Es altamente contagiosa y, aunque en la mayoría de los casos es leve, puede resultar molesta por el intenso picor y la duración de las lesiones.
• Fiebre moderada.
• Malestar general y cansancio.
• Lesiones cutáneas que aparecen primero en cara, tronco y cuero cabelludo.
• Estas lesiones evolucionan en pocos días desde manchas rojas a pequeñas vesículas con líquido, y posteriormente a costras.
• Es característico que haya lesiones en diferentes fases a la vez (granos, vesículas, costras).
• Picor intenso.
La enfermedad suele durar entre 7 y 10 días. Se transmite por contacto directo o por vía respiratoria, y el contagio es posible desde uno o dos días antes de que aparezcan las lesiones, hasta que todas las vesículas están en fase de costra.
El sarampión es una infección causada por un virus del grupo paramixovirus, extremadamente contagioso. Se transmite por el aire y, aunque hoy es menos frecuente gracias a la vacunación, los brotes han vuelto a aumentar de forma preocupante en los últimos años.
• Fiebre alta (a menudo superior a 39ºC).
• Malestar general, tos seca, congestión nasal y conjuntivitis.
• Manchas de Koplik en la mucosa oral, previas al exantema.
• Erupción cutánea: aparecen manchas rojas planas que se extienden desde la cara hacia el cuerpo y extremidades.
• Las manchas suelen confluir entre sí y no producen picor relevante.
• El niño suele presentar decaimiento marcado.
La erupción aparece típicamente entre el tercer y el quinto día desde el inicio de la fiebre, y su patrón descendente es una característica distintiva.
• Infecciones bacterianas secundarias en la piel (por rascado).
• Neumonía.
• Complicaciones neurológicas poco frecuentes como cerebelitis o encefalitis.
• Mayor riesgo en inmunodeprimidos, recién nacidos o embarazadas sin inmunidad.
• Otitis media.
• Neumonía (es la complicación más frecuente y una de las principales causas de hospitalización).
• Encefalitis aguda.
• Panencefalitis esclerosante subaguda (una complicación tardía, muy grave y poco frecuente).
• En algunos casos, puede producir la muerte.
Aunque España mantiene el estatus de país libre de sarampión desde 2016, los últimos datos muestran una reaparición preocupante de esta enfermedad.
Según el informe del Ministerio de Sanidad del 7 de marzo de 2025:
• En 2023 se notificaron solo 14 casos.
• En 2024, la cifra aumentó a 229.
• Solo entre enero y febrero de 2025 ya se han confirmado 110 casos, con brotes en comunidades como el País Vasco, Cataluña o Andalucía.
En la Unión Europea, los casos se han multiplicado por siete: de 2.261 en 2023 a 16.510 en 2024.
En Estados Unidos, se han registrado más de 640 casos hasta abril de 2025, incluyendo fallecimientos en niños no vacunados.
En la mayoría de los casos, los afectados no estaban vacunados o tenían la pauta incompleta.
En España, el calendario oficial establece:
• Primera dosis de la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y parotiditis) a los 12 meses.
• Segunda dosis a los 3-4 años.
Esta pauta proporciona una protección muy alta y segura. En casos especiales, como viajes o brotes, puede administrarse desde los 6 meses.
Aunque ambas enfermedades presentan fiebre y lesiones cutáneas, existen diferencias claras que ayudan a distinguirlas:
Característica | Varicela | Sarampión |
---|---|---|
Picor | Muy frecuente e intenso | Raro o leve |
Síntomas respiratorios | Poco habituales | Tos, moqueo, conjuntivitis |
Presencia de manchas en mucosas | No | Manchas de Koplik en la boca |
Inicio del exantema | Cara, tronco, cuero cabelludo | Cara (línea del pelo), luego tronco y extremidades |
Gravedad habitual | Leve en la mayoría de los casos | Puede ser grave si no se trata o no hay vacunación previa |
En ambos casos, ante la aparición de fiebre y erupciones cutáneas, es fundamental consultar con el pediatra para confirmar el diagnóstico y seguir las indicaciones adecuadas. No se recomienda la automedicación ni el uso de antibióticos, ya que se trata de infecciones víricas.
• Controlar la fiebre con antitérmicos indicados por el pediatra.
• Aliviar el picor con baños tibios, lociones calmantes o medicamentos específicos si lo considera el médico.
• Mantener las uñas cortas y limpias para evitar el rascado y posibles infecciones secundarias.
• Evitar el contacto con embarazadas, bebés y personas inmunodeprimidas hasta que todas las lesiones estén secas.
• Reposo e hidratación abundante.
• Control de la fiebre con los antitérmicos recomendados.
• Aislamiento para evitar el contagio a otros niños no vacunados.
• Observar si aparecen signos de complicaciones, como dificultad respiratoria, tos persistente, somnolencia excesiva o vómitos.
En ambos casos, se recomienda mantener al niño en casa y evitar la asistencia a la guardería o colegio hasta que esté completamente recuperado.
Sí. Tanto la varicela como el sarampión pueden prevenirse mediante la vacunación. La vacuna de la varicela forma parte del calendario vacunal infantil en muchas comunidades autónomas, y la del sarampión está incluida en la vacuna triple vírica (sarampión, rubéola y paperas), que se administra habitualmente a los 12 meses y con una segunda dosis a los 3-4 años.
Vacunar a los niños es la mejor forma de protegerlos frente a enfermedades que, aunque en muchos casos son leves, pueden tener complicaciones graves.
Aunque varicela y sarampión puedan parecer similares en sus primeras fases, conocer las diferencias entre ambas enfermedades permite identificarlas con mayor precisión. El tipo de lesiones, el orden de aparición de los síntomas y otros signos como la presencia de tos o picor ayudan a distinguirlas.
Ante la duda, lo más recomendable es acudir al pediatra, quien podrá establecer el diagnóstico y orientar sobre el manejo adecuado. Y recuerda: la vacunación sigue siendo la herramienta más eficaz para prevenir ambas enfermedades y proteger a los más pequeños.
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