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¿Qué es el síndrome del niño zarandeado?

El síndrome del niño zarandeado es el conjunto de lesiones cerebrales graves que se producen cuando un bebé o niño pequeño es sacudido vigorosamente. Este movimiento brusco puede provocar lesiones cerebrales graves, daños neurológicos permanentes e incluso la muerte. Es relativamente frecuente y se estima que en España, de los 450 000 niños nacidos al año, unos 100 pueden padecer este síndrome.

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¿Por qué es tan peligroso sacudir a un bebé?

Los bebés tienen una cabeza proporcionalmente más grande y pesada en comparación con su cuerpo, y su cuello aún no tiene la fuerza suficiente para sostenerla. De hecho, supone un 25% de su peso total. Cuando un bebé es sacudido, su cabeza se mueve bruscamente hacia adelante y atrás, haciendo que el cerebro golpee contra el interior del cráneo. 

Este impacto puede provocar:

•    Hematomas cerebrales (sangrado en el cerebro).
•    Inflamación y aumento de la presión intracraneal.
•    Desgarro de los vasos sanguíneos cerebrales, lo que puede generar hemorragias internas.
•    Daño a las fibras nerviosas, afectando la comunicación entre diferentes partes del cerebro.

Estas lesiones pueden derivar en secuelas neurológicas graves, como retraso en el desarrollo, convulsiones, ceguera, parálisis cerebral o incluso la muerte. Menos de cinco segundos de zarandeo son suficientes para provocar un daño de esta gravedad.

Causas del síndrome del niño zarandeado

Este síndrome generalmente ocurre cuando un adulto, frustrado o agotado por el llanto persistente del bebé, lo sacude con fuerza en un intento por detenerlo. En muchos casos ocurre en el intento de “reanimarlo” ante una situación que el cuidador entiende como amenazante para su vida como el espasmo del sollozo, un atragantamiento o un ataque de tos.

Generalmente, las personas que sacuden a un bebé no son conscientes de la gravedad del daño que pueden causar y lo hacen en un momento de desesperación.

Síntomas del síndrome del niño zarandeado

Los síntomas pueden variar dependiendo de la gravedad del daño cerebral. En los casos más leves, pueden pasar desapercibidos al principio, pero en los más graves pueden ser evidentes de inmediato.

Síntomas iniciales:

•    Irritabilidad o letargo excesivo
•    Pérdida de interés en la alimentación o dificultades para succionar
•    Vómitos sin razón aparente
•    Dificultad para respirar
•    Temblores o convulsiones
•    Pupilas dilatadas o con respuesta anormal a la luz

Síntomas más graves:

•    Pérdida del conocimiento
•    Rigidez o flacidez extrema en el cuerpo
•    Dificultad para moverse o responder a estímulos
•    Paro respiratorio

Si un bebé presenta cualquiera de estos síntomas y se sospecha que pudo haber sido sacudido, es fundamental acudir de inmediato a urgencias.

Consecuencias del síndrome del niño zarandeado

El daño cerebral provocado por este síndrome puede ser permanente y afectar diversas funciones del organismo. Algunas de las secuelas más comunes incluyen retrasos en el desarrollo (dificultades para hablar, caminar o aprender), pérdida de la visión o ceguera debido a hemorragias en la retina, convulsiones o epilepsia, parálisis cerebral, trastornos del comportamiento y dificultades cognitivas, problemas motores y falta de coordinación.

En algunos casos, las lesiones son tan graves que pueden provocar la muerte del bebé en cuestión de horas o días.

¿Cómo prevenir el síndrome del niño zarandeado?

Siempre se puede prevenir, en cualquier caso la mejor manera de prevenirlo es informar a los cuidadores sobre los peligros de sacudir a un bebé y enseñarles formas seguras de manejar el estrés cuando el llanto del niño se vuelve incontrolable.

Estrategias para los cuidadores

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  • Recuerda que el llanto es normal. Los bebés lloran como una forma de comunicación y es completamente natural. Algunos pueden llorar más que otros, especialmente durante los primeros meses de vida.

  • Mantén la calma y busca formas diferentes de calmar al bebé. Si sientes que la frustración o el estrés aumentan, coloca al bebé en un lugar seguro, como su cuna, y tómate unos minutos para respirar y calmarte.

  • Si el niño deja de respirar momentáneamente debido a un espasmo del sollozo, un ataque de tos o un atragantamiento, es importante sostenerlo en brazos y colocarlo en una posición segura. Se recomienda mantenerlo boca abajo o en una posición sentada e inclinada hacia adelante, asegurando un buen soporte para su cabeza. Para ayudarlo a recuperar la respiración, se puede frotar suavemente su espalda o dar pequeños golpes con la mano abierta.

  • Busca ayuda si te sientes abrumado. Pide apoyo a tu pareja, familiares o amigos. No tengas miedo de pedir ayuda si sientes que la situación te supera.

  • Educa a otros cuidadores. Si otras personas (abuelos, niñeras, amigos) cuidan de tu bebé, explícales el peligro de sacudirlo y muéstrales estrategias seguras para calmarlo.

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