Cambio de hora: ¿afecta a los niños?
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La gastroenteritis es una infección del aparato digestivo que provoca diarrea, vómitos, dolor abdominal, y en algunos casos, fiebre o malestar general. Es muy frecuente en la infancia y suele estar causada por virus, aunque también puede deberse a bacterias o parásitos.
En la mayoría de los casos, se trata de un proceso leve y autolimitado que mejora en pocos días, pero lo más importante durante este tiempo es prevenir la deshidratación y evitar prácticas que puedan empeorar los síntomas.
A continuación, repasamos los errores más habituales que se cometen en casa durante un episodio de gastroenteritis y cómo actuar correctamente.
Es habitual preocuparse cuando el niño rechaza la comida, pero durante una gastroenteritis es normal que tenga menos apetito. Obligarle a comer puede provocar más vómitos o aumentar el malestar digestivo.
Lo más importante es mantenerlo hidratado. Se le pueden ofrecer líquidos y dejar que coma poco a poco, según su tolerancia. El apetito suele volver por sí solo cuando mejora el cuadro.
En lugar de suero oral, muchas familias ofrecen infusiones, agua con azúcar o bebidas comerciales. Estas opciones no son adecuadas porque no contienen la proporción correcta de agua, sales y glucosa que el cuerpo necesita para recuperarse.
El suero oral de farmacia es la opción más segura y eficaz para evitar la deshidratación. Está diseñado para reponer las pérdidas provocadas por los vómitos y la diarrea.
Algunos padres interrumpen la lactancia materna o la fórmula pensando que la leche empeora la diarrea. Este es un error frecuente.
En los bebés que toman pecho, la lactancia debe continuar con normalidad, ya que además de hidratar, aporta defensas y nutrientes. En el caso de biberón, solo se cambiará la fórmula si el pediatra lo indica.
Es común intentar frenar los síntomas con medicamentos como antidiarreicos o antieméticos sin haberlos consultado con el pediatra. En algunos casos también se recurre a antibióticos sin indicación.
La mayoría de las gastroenteritis infantiles son víricas y no requieren antibióticos. Además, muchos medicamentos para frenar la diarrea están contraindicados en niños porque pueden producir efectos adversos. La mejor estrategia es mantener una hidratación adecuada y vigilar la evolución.
En ocasiones se subestima la situación y se espera demasiado para acudir al pediatra, incluso cuando ya hay síntomas de deshidratación.
Señales de alerta:
Boca y labios secos
Ojos hundidos
Disminución de la orina (pañales secos durante más de 6 horas)
Llanto sin lágrimas
Decaimiento o somnolencia excesiva
Vómitos continuos que impiden la hidratación
Si observas alguno de estos signos, es fundamental consultar con el pediatra cuanto antes.
En cuanto el niño mejora un poco, es tentador volver a la dieta habitual. Sin embargo, si se introducen alimentos pesados o difíciles de digerir demasiado rápido, pueden reaparecer los síntomas.
Es preferible iniciar con alimentos suaves y fáciles de digerir, como arroz, puré de patata, zanahoria cocida, plátano o manzana rallada. Conviene evitar fritos, embutidos, dulces y lácteos enteros los primeros días.
Durante años se recomendó la llamada “dieta blanca” o “dieta blanda” (pan, arroz, manzana, plátano) como única opción. Hoy se sabe que esto no es necesario si el niño tolera otros alimentos.
Lo adecuado es una dieta progresiva, adaptada a lo que el niño tolere y con variedad de nutrientes. Si quiere probar otros alimentos y los tolera bien, no hay motivo para restringir más de la cuenta.
En algunos casos, el pediatra puede recomendar el uso de probióticos como apoyo al tratamiento de la gastroenteritis. Estos productos contienen microorganismos vivos que, en las cantidades adecuadas, pueden ayudar a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal tras un episodio de diarrea.
Uno de los probióticos más estudiados en pediatría es el Lactobacillus rhamnosus GG (LGG). Esta cepa es una de las cepas más usadas y documentadas del mundo y está recomendado con el mayor grado de evidencia para ayudar a tratar/prevenir la gastroenteritis aguda y la prevención de la diarrea asociada a antibióticos.
Aunque no todos los casos requieren probióticos, pueden ser una herramienta útil en determinadas situaciones, especialmente cuando hay diarreas más prolongadas o se ha usado antibiótico. Siempre deben administrarse bajo indicación médica, ya que no todos los productos del mercado son iguales ni están indicados para cualquier niño.
La gastroenteritis es un trastorno digestivo frecuente en la infancia, pero habitualmente leve. El principal riesgo está en la deshidratación, no en la diarrea en sí. Por eso, lo más importante es mantener una correcta hidratación, evitar errores comunes y consultar con el pediatra si los síntomas no mejoran o aparecen signos de alarma.
Referencias:
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