Con el frío los virus respiratorios se multiplican. Los catarros, gripes y otros resfriados se vuelven habituales en las casas, los colegios y las guarderías. Pero lo que muchos padres no saben es que, además de los mocos y la tos, estas infecciones también pueden afectar —de forma directa o indirecta— al aparato digestivo de los niños.
¿Tu hijo ha estado resfriado y, a los pocos días, presenta dolor de tripa, falta de apetito o diarrea leve? No es casualidad. La salud intestinal también se ve afectada en estos procesos. Por eso, es importante prestar atención al bienestar digestivo de los peques cuando están con catarro o después de haber estado enfermos.
En este post te explicamos cómo cuidar la salud digestiva durante los resfriados, qué síntomas vigilar y qué puedes hacer en casa para ayudar a su recuperación.
Aunque los resfriados son infecciones respiratorias, pueden tener impacto en el sistema digestivo por varios motivos:
Congestión nasal: si el niño respira por la boca al estar con mocos, traga más aire y eso puede generar molestias digestivas, hinchazón o gases.
Mucosidad que se traga: durante los catarros, los niños suelen tragar flemas sin darse cuenta, y esto puede irritar el estómago o provocar náuseas, sobre todo en los más pequeños.
Fiebre o malestar general: pueden causar pérdida de apetito o digestiones más lentas.
Uso de medicamentos: algunos jarabes, antitérmicos o antibióticos pueden alterar la microbiota intestinal, dar náuseas o provocar diarrea leve.
Infecciones mixtas: a veces, una infección respiratoria viene acompañada de una leve afectación digestiva por virus con síntomas combinados.
Por todo ello, es normal que durante o tras un resfriado, los niños presenten cierta sensibilidad digestiva. No suele ser grave, pero sí puede incomodarlos o afectar su apetito.
Dolor o malestar abdominal
Náuseas o vómitos (sobre todo al toser mucho o con fiebre alta)
Diarrea leve o heces blandas
Falta de apetito
Más gases o hinchazón abdominal
Estos síntomas suelen ser pasajeros y mejoran en pocos días. Si son intensos o se prolongan, es importante consultar con el pediatra para descartar otras causas.
Aquí van algunos consejos prácticos para acompañar a los peques cuando están con resfriado o en fase de recuperación:
Durante un resfriado, es normal que el apetito baje. No hay que obligarles a comer, pero sí ofrecer opciones suaves y nutritivas. La hidratación es más importante que la cantidad de comida.
Platos suaves y fáciles de digerir, como caldos, purés de verduras, arroz, patata cocida, plátano o manzana asada, pueden ser bien tolerados. Evita comidas grasas o muy condimentadas durante los días de malestar.
Cuando hay diarrea, vómitos o se han tomado antibióticos, la flora intestinal puede alterarse. Algunos probióticos, como la cepa Lactobacillus rhamnosus GG (LGG®), pueden ayudar a mantener el equilibrio intestinal y apoyar la recuperación digestiva. Consulta con el pediatra si puede ser útil en el caso de tu hijo.
Durante los resfriados, conviene reducir el consumo de zumos industriales, bollería o productos muy azucarados, ya que pueden irritar el intestino o favorecer la fermentación si hay gases o diarrea.
Ofrece agua o caldos suaves. Si hay fiebre, mocos o diarrea, es fundamental reponer líquidos. En bebés lactantes, mantener la lactancia a demanda es la mejor opción.
Dormir bien ayuda a que el cuerpo se recupere más rápido, incluida la digestión. Evitar el exceso de pantallas y asegurar un ambiente relajado también favorece el bienestar digestivo.
Consulta con el pediatra si:
Los síntomas digestivos duran más de 4 o 5 días
Hay vómitos persistentes o diarrea intensa
Aparece sangre en las heces o el niño no puede mantener líquidos
El malestar general es muy llamativo o hay decaimiento
Referencias: